miércoles, 22 de noviembre de 2006

VALIENTE


1. Interior, de noche. Salón de boxeo.

Un desvencijado salón de boxeo. Por aquí y por allá algunos ESPECTADORES que gritan vivas sin ton ni son. JONÁS se estrella contra la esquina del ring por el impulso del golpe de GERARDO que retrocede con los guantes en posición de defensa. Abajo, en una esquina, DON LAZARO los observa acuciosamente.

LA VOZ DEL REFERI
- Segundos afuera. Tercer round.

GERARDO baja los brazos, regresa a su esquina y se deja caer sobre el banquillo. El SECOND le quita el protector y le da un ligero masaje. DON LAZARO se acerca.

DON LAZARO (amenazante)
- Ni se te ocurra sacar otro de esos golpes.
Ese no vale nada y no importa que pierda,
pero tú sí, y hoy, sólo llegas al cuarto…


GERARDO lo mira lleno de furia y desprecio. DON LAZARO se aleja. GERARDO levanta la cabeza y se topa con el rostro de JONÁS que lo observa desde su esquina, una ligerísima línea de sangre brota de su nariz, mueve la cabeza negativamente y sonríe. GERARDO se oculta. Suena el llamado al siguiente round. GERARDO se pone de pie y se lanza contra JONÁS. DON LAZARO sigue los movimientos de uno y otro. Poco a poco comienzan a entrar en calor, el intercambio de golpes se hace violento: jabs en corto, ganchos, etc. GERARDO se crece, tira golpes que JONÁS no logra evitar. En un momento, GERARDO coloca un duro golpe en el rostro de JONÁS seguido de un gancho al hígado que lo hace estrellarse contra las cuerdas e irse de bruces sobre la lona. JONÁS se retuerce en el suelo. El REFERI detiene la pelea. DON LÁZARO golpea furioso las cuerdas, avanza hacia la esquina de GERARDO y sube al encordado.

DON LAZARO (sujetando por el cuello a Gerardo)
- Se acabo tu carrera, escuincle.

GERARDO escupe el protector y levanta el puño hacia DON LÁZARO, lo mira con odio fulgurante. DON LÁZARO retrocede. GERARDO se abre paso y avanza hacia JONÁS que está sentado sobre la lona, intentando respirar. Se arrodilla frente a él. JONÁS lo mira desde abajo y sonríe.

GERARDO (intenta sonreír)
- Mírate, si parece que te pasó por encima un desfile.
Estás todo abollado.


JONÁS (intrigado)
- ¿Te pidió que te cayeras?

GERARDO
- ¡Cómo crees!.

JONÁS (a punto de llorar)
- No importa, ya sé que no sirvo para esto.

Por el rostro de JONÁS ruedan dos lágrimas, se abalanza hacia GERARDO y lo abraza.

GERARDO (con dolor)
- ¡Ya!, no llores. No tienes que pelear más, déjamelo a mí.
Eres un valiente.




Quiero que mis amigos,
sin que se ofendan
me dejen sola.
Porque me da vergüenza
llorar con ellos
mi sufrimiento.

Aunque les agradezco,
que se preocupen
por mi dolor.
Siento que es preferible,
sufrir a solas,
mi cruel tormento.

Ha de surgir del cielo,
del infinito,
del más allá
el bien que necesito
que me reanime,
que me consuele.

Quiero que se me borren,
todas las penas
¡ay! que me dejo
él a quien yo adoraba,
y sin embargo
me abandono.

Cartas, retratos viejos,
hacen más triste
mi soledad.
Porque me traen recuerdos,
de horas felices
que no vendrán

Cruzan por mi memoria
sus juramentos, sus falsedades
que’pa diciembre fueron verdades
pero que hoy traiciones son.

Cruzan por mi memoria
sus juramentos, sus falsedades
que’pa diciembre fueron verdades
pero que hoy traiciones son

Quiero que mis amigos,
sin que se ofendan
me dejen sola.


Sufriendo a solas
José Angel Espinoza “Ferrusquilla”




martes, 21 de noviembre de 2006

BRAMADER0


Bramadero. (De bramar). 1. m. Cineg. Sitio adonde acuden con preferencia los ciervos y otros animales salvajes cuando están en celo. 2. m. Am. Poste al cual amarran en el corral los animales para herrarlos, domesticarlos o matarlos.
Bramar. (Quizá del gót. *bramôn; cf. b. al. medio brammen, a. al. ant. brëman, ingl. ant. bremman). 1. intr. Dar bramidos. 2. intr. Dicho de una persona: Manifestar con voces articuladas o inarticuladas y con extraordinaria violencia la ira de que está poseída. 3. intr. Dicho especialmente del viento o del mar violentamente agitados: Hacer ruido estrepitoso.



1. Pasillo. Interior. Del día hacia la noche.

Un largo y extenso pasillo con una ventana al fondo por la que se filtra poderosa, a lo largo de día, la luz del sol. BRUNO está sentado sobre el piso en un rincón cercano a la puerta de acceso. Frente a él, a unos cuántos metros, bajo la ventana abierta hacia afuera, se encuentra JONÁS, está tendido a lo largo del pasillo bajo la luz del sol. JONÁS no puede verlo debido a la luz que lo baña y que lo separa de la sombra en que BRUNO se refugia. JONÁS tiene los ojos cerrados. Descansa. Está casi desnudo cubierto solo por un pequeño calzón de un blanco deslucido, antiguo. No dice ni mira nada. Está encerrado en sí mismo frente a BRUNO que permanece arrellanado en el pasillo. Por entre los párpados cerrados JONÁS vislumbra la luz enmarañada del cielo. BRUNO tiene los ojos cerrados.


PASAJE DE TIEMPO 1


JONÁS tiene las piernas extendidas hacia BRUNO, abandonadas hacia él. De pronto las recoge, las junta. Las aprieta tan fuerte que su cuerpo se deforma. Un momento después el esfuerzo cede y con el todo movimiento. JONÁS extiende su brazo por el piso, lejos de sí y ahí reclina la cabeza. Frente a JONÁS, recargado contra el muro al fondo del pasillo, está BRUNO, lo mira, calla.




Que ganas de llorar
En esta tarde gris
En su repiquetear
La lluvia habla de ti

Remordimiento de saber
Que por mi culpa
Nunca, vida, nunca te veré
Mis ojos al cerrar
Te ven igual que ayer
Temblando al implorar
De nuevo mi querer

Y oyes tu voz que vuelve a mi
En esta tarde gris

¡Ven!, triste me decías
Que en esta soledad
no puede mas el alma mía

¡Ven! y apiádate de mi dolor
Que estoy cansada de llorarte
Sufrir y esperarte
y hablar siempre asolas
con mi corazón.

¡Ven!, pues te quiero tanto
Que si no vienes hoy
voy a quedar ahogada en llanto
No no puede ser que viva así
Con este amor clavado en mi
como una maldición.

No supe comprender
tu desesperación
Y alegre me alejé
en aras de otro amor

Que solo y triste me encontré
Cuando me vi tan lejos
y mi engaño comprobé
Mis ojos al cerrar
te ven igual que ayer
temblando al implorar de nuevo mi querer

y oyes tu voz que sangra en mi
en esta tarde gris

¡Ven! pues te quiero tanto
que si no vienes hoy
voy a quedar ahogada en llanto
No, no puede ser que viva así
Con este amor clavado en mi
como una maldición


En esta tarde gris
Mariano Mores - José María Cotursi

domingo, 19 de noviembre de 2006

¿Y el dolor?


México, ciudad + Domingo 19. Noviembre. Año 6. Tercer Milenio

He tenido la ilusión de no olvidar nunca, pero el olvido me vence, temo que en unos años sólo me acuerde de ti por haberte olvidado…
…eso es tan triste que tengo ganas de llorar…
Esta noche tengo miedo de estar solo…
…durante toda mi vida pensé que era imposible el amarse siempre.

Hoy sé que no es así.

Cierro los ojos para acordarme…
para acordarme de cómo te recordaba aún antes de conocerte. Ahora lo único que tengo son dudas, creí que cuando llegara el momento todo me sería claro, pero me descubro sumido en la más profunda angustia porque no sé nada…
sólo preguntas…


No quiero olvidarte; tiemblo al pensar que puedo llegar a olvidar tanto amor. Me esfuerzo y cuando cierro los ojos la imagen de tus manos atrapada en el fondo se abre paso entre los escombros de mi pasado y llega a mi memoria para hacerme recordar el calor de tus pies apoyados sobre el empeine de los míos. Algún día ya no recordaré tus manos…

¿Y el dolor?
¿Aunque sea un poco?

Tengo delante de mí, un tiempo inmenso ocupado sólo por mis pensamientos. Miro a través de la ventana la vaga claridad que se resiste a desaparecer.
Me vuelvo hacia ti, saciado de ver y oír.
Cansado de ver y oír a otros…
…a otros.


¿Qué voy a hacer con tanto tiempo? ¿Con tanta y tanta luz? ¿Sabes? La locura se me viene encima, ahora lo entiendo…
No volveremos a vernos.
Y pensar que estuve a punto de perderte, de conocerte nunca…
Me acuerdo de ti…
Siempre.

De tí…

por la noche…

en la mañana de ti.

En la tarde.

Eres tan joven…

De veras me gustaría volver a verte,
alguna vez,

en alguna parte,

un día,
una mañana…


…Quizás de repente te descubra en medio de la gente, no podré dejar de mirarte y reconocerte y desear tomar tomar tu mano…
pero hace falta tanto tiempo…
tanto…

y tanta luz…

y tanto miedo…


Voy a quedarme contigo siempre…
Tómame la mano…
Voy a quedarme…
No quiero dejarte…
No puedo…

Mira cómo te olvido…
Mira…
Mírame…

Tantas veces me mataron, tantas veces me morí
sin embargo estoy aquí, resucitando
Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal
porque me mató tan mal, y seguí cantando

Cantando al sol comno la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que un sobreviviente
que vuelve de la guerra

Tantas veces me borraron, tantas desaparecí,
a mi propio entierro fuí, solo y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo pero me olvidé después
que no era la única vez, y seguí cantando

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que un sobreviviente
que vuelve de la guerra

Tantas veces te mataron, tantas resucitarás,
cuántas noches pasarán desesperando.
Y a la noche del naufragio y a la de la oscuridad
alguien te rescatará para ir cantando.


COMO LA CIGARRA
María Elena Walsh




LA CEREMONIA DEL ADIOS




Cuando éramos jóvenes y al termino de una discusión apasionada uno de los triunfaba con brillantez, le decía al otro: "¡Lo tengo en la cajita!". Usted está ahora en la cajita, no saldrá de ella y no me reuniré con usted: aunque me entierren a su lado, de sus cenizas a mis restos no habrá ningún pasadizo.


Tú mismo me pediste que de hablar te dejara,
que ¡por favor! tratara de no pensar en Tí.
Hoy que guardo silencio,
mi dignidad te enfada
y a todos les has dicho
que me olvidé de Tí.

Si los rayos de luna contaran
las veces que paso
fijandome en ellos
y pensando en Tí.

Si las olas del mar te dijeran
las veces que he escrito
tu nombre en la arena
llorando por Tí.

Si la brisa sutil recogiera toda mi ternura
y al pasar junto a Tí te la diera
por ser para Ti.
¿Qué dirías de mí?

Que te quise como en éste mundo jamás se ha querido
y sufro el martirio de vivir sin Tí.

¿Qué dirías de mí?
Maria Greever




martes, 14 de noviembre de 2006