Bramadero. (De bramar). 1. m. Cineg. Sitio adonde acuden con preferencia los ciervos y otros animales salvajes cuando están en celo. 2. m. Am. Poste al cual amarran en el corral los animales para herrarlos, domesticarlos o matarlos.
Bramar. (Quizá del gót. *bramôn; cf. b. al. medio brammen, a. al. ant. brëman, ingl. ant. bremman). 1. intr. Dar bramidos. 2. intr. Dicho de una persona: Manifestar con voces articuladas o inarticuladas y con extraordinaria violencia la ira de que está poseída. 3. intr. Dicho especialmente del viento o del mar violentamente agitados: Hacer ruido estrepitoso.
Bramar. (Quizá del gót. *bramôn; cf. b. al. medio brammen, a. al. ant. brëman, ingl. ant. bremman). 1. intr. Dar bramidos. 2. intr. Dicho de una persona: Manifestar con voces articuladas o inarticuladas y con extraordinaria violencia la ira de que está poseída. 3. intr. Dicho especialmente del viento o del mar violentamente agitados: Hacer ruido estrepitoso.
1. Pasillo. Interior. Del día hacia la noche.
Un largo y extenso pasillo con una ventana al fondo por la que se filtra poderosa, a lo largo de día, la luz del sol. BRUNO está sentado sobre el piso en un rincón cercano a la puerta de acceso. Frente a él, a unos cuántos metros, bajo la ventana abierta hacia afuera, se encuentra JONÁS, está tendido a lo largo del pasillo bajo la luz del sol. JONÁS no puede verlo debido a la luz que lo baña y que lo separa de la sombra en que BRUNO se refugia. JONÁS tiene los ojos cerrados. Descansa. Está casi desnudo cubierto solo por un pequeño calzón de un blanco deslucido, antiguo. No dice ni mira nada. Está encerrado en sí mismo frente a BRUNO que permanece arrellanado en el pasillo. Por entre los párpados cerrados JONÁS vislumbra la luz enmarañada del cielo. BRUNO tiene los ojos cerrados.
JONÁS tiene las piernas extendidas hacia BRUNO, abandonadas hacia él. De pronto las recoge, las junta. Las aprieta tan fuerte que su cuerpo se deforma. Un momento después el esfuerzo cede y con el todo movimiento. JONÁS extiende su brazo por el piso, lejos de sí y ahí reclina la cabeza. Frente a JONÁS, recargado contra el muro al fondo del pasillo, está BRUNO, lo mira, calla.
Un largo y extenso pasillo con una ventana al fondo por la que se filtra poderosa, a lo largo de día, la luz del sol. BRUNO está sentado sobre el piso en un rincón cercano a la puerta de acceso. Frente a él, a unos cuántos metros, bajo la ventana abierta hacia afuera, se encuentra JONÁS, está tendido a lo largo del pasillo bajo la luz del sol. JONÁS no puede verlo debido a la luz que lo baña y que lo separa de la sombra en que BRUNO se refugia. JONÁS tiene los ojos cerrados. Descansa. Está casi desnudo cubierto solo por un pequeño calzón de un blanco deslucido, antiguo. No dice ni mira nada. Está encerrado en sí mismo frente a BRUNO que permanece arrellanado en el pasillo. Por entre los párpados cerrados JONÁS vislumbra la luz enmarañada del cielo. BRUNO tiene los ojos cerrados.
PASAJE DE TIEMPO 1
JONÁS tiene las piernas extendidas hacia BRUNO, abandonadas hacia él. De pronto las recoge, las junta. Las aprieta tan fuerte que su cuerpo se deforma. Un momento después el esfuerzo cede y con el todo movimiento. JONÁS extiende su brazo por el piso, lejos de sí y ahí reclina la cabeza. Frente a JONÁS, recargado contra el muro al fondo del pasillo, está BRUNO, lo mira, calla.
Que ganas de llorar
En esta tarde gris
En su repiquetear
La lluvia habla de ti
Remordimiento de saber
Que por mi culpa
Nunca, vida, nunca te veré
Mis ojos al cerrar
Te ven igual que ayer
Temblando al implorar
De nuevo mi querer
Y oyes tu voz que vuelve a mi
En esta tarde gris
¡Ven!, triste me decías
Que en esta soledad
no puede mas el alma mía
¡Ven! y apiádate de mi dolor
Que estoy cansada de llorarte
Sufrir y esperarte
y hablar siempre asolas
con mi corazón.
¡Ven!, pues te quiero tanto
Que si no vienes hoy
voy a quedar ahogada en llanto
No no puede ser que viva así
Con este amor clavado en mi
como una maldición.
No supe comprender
tu desesperación
Y alegre me alejé
en aras de otro amor
Que solo y triste me encontré
Cuando me vi tan lejos
y mi engaño comprobé
Mis ojos al cerrar
te ven igual que ayer
temblando al implorar de nuevo mi querer
y oyes tu voz que sangra en mi
en esta tarde gris
¡Ven! pues te quiero tanto
que si no vienes hoy
voy a quedar ahogada en llanto
No, no puede ser que viva así
Con este amor clavado en mi
como una maldición
En esta tarde gris
Mariano Mores - José María Cotursi