domingo, 23 de septiembre de 2007

EL CIELO DIVIDIDO

Por: Marco González Ambriz
(marco@profilmico.com)
(septiembre 12, 2007)

Ya con Mil Nubes de Paz... Julián Hernández había demostrado ser uno de los mejores cineastas trabajando en México actualmente. En El Cielo Dividido retoma el tema de la fragilidad del amor, ahora con fotografía en color y sin una influencia tan marcada de la nouvelle vague. La historia de unos jóvenes enamorados que omite casi por completo los diálogos, narrando el final de una relación con posibilidades de renacer a base de imágenes, canciones populares y música compuesta ex profeso, conjugando todos los elementos con un inmejorable sentido estético y de paso descubriendo sitios de la Ciudad de México normalmente desaprovechados por el cine.

Trailer de El Cielo Dividido

Julián Hernández se toma su tiempo para echar a andar el relato. Durante más de treinta minutos vemos el romance casi perfecto entre Gerardo y Jonás, sólo ensombrecido por la forma en que este último permite que sea Gerardo quien tome el mando, como accediendo a sus deseos sin sentirse atraído con la misma intensidad. Sólo cuando Jonás atisba la posibilidad de en amor apasionado tras un breve encuentro en un antro, con el primer indicio de que la relación está condenada, hace su aparición el título de la película. A partir de entonces los actores, la sobresaliente fotografía de Alejandro Cantú y todos los elementos sonoros de la cinta se ponen al servicio de un estado de ánimo que durante casi dos horas se mantiene girando sobre sí mismo, examinando una y otra vez lo sucedido para encontrar una forma de enmendar errores, hasta que la salida que se había mantenido latente todo ese tiempo se hace evidente y la película reencuentra su inicial estado de gracia.

Más que la temática gay, que a estas alturas sólo puede escandalizar a un público en exceso ignorante, el principal problema para que El Cielo Dividido obtenga el reconocimiento que merece es la ausencia de una narración convencional y el lánguido tempo que Julián Hernández le impone a su cinta. Hay una falta de diálogos tan terca como bienvenida, evitando las palabras que no alcanzan a expresar lo que los personajes sienten y que con facilidad pueden adquirir la falacia del melodrama, Hernández prefiere que sean las miradas y el lenguaje corporal los que enuncien la vida interior de sus personajes. En manos de un director menos hábil esto sería una invitación al desastre, un mero ejercicio narcisista que nunca llega a comunicarse con el espectador. Varios críticos anglosajones se han quejado de esto, aunque me parece que su molestia se debe a la exagerada importancia que en esa parte del mundo se le da a la eficacia narrativa. Para una persona dispuesta a aceptar la propuesta de Hernández creo que no puede haber duda de que se está frente a una gran película.

Sería muy fácil para el director suponer que al disponer de protagonistas homosexuales ya no es necesario preocuparse por el acabado formal de la cinta. Muchos toman esto como pretexto para filmar sus relatos de cualquier manera, con fotografía deslavada, nula atención al diseño de producción y una banda sonora donde se acomodan unas cuantas canciones de rock alternativo sin importar el efecto que tengan en cada escena. Otra salida fácil es detenerse en la discriminación de que es objeto la comunidad gay para escudarse tras la denuncia, aunque las buenas intenciones con frecuencia no alcancen a disimular la desnudez del trabajo. En cambio, Julián Hernández se compromete con lo que quiere decir y con la forma en la que quiere decirlo, asumiendo con disciplina la decisión de narrar exclusivamente a partir de imágenes. Si el narrador en ocasiones parece gratuito esto se revela como una buena decisión en su última intervención, una especie de epílogo al amor de Gerardo y Jonás.


Con música de José José

Mientras la cámara se desliza con calma sobre los rostros y los cuerpos desnudos de los actores, privilegiando las figuras humanas sobre locaciones que no obstante pocas veces habían sido tan bien utilizadas por el cine mexicano, el espectador tiene el tiempo suficiente para presenciar la forma en que la pasión de los dos amantes por una combinación de impaciencia y falta de compromiso. La profundidad de campo, la cámara en mano y las elipsis a base de elegantes paneos nunca llaman la atención sobre sí mismos. Asimismo, se logra un espléndido estilo visual con mínimos valores de producción. Para obtener armoniosa paleta de colores basta con la ropa de los actores, el estilo arquitectónico característico de Ciudad Universitaria, el contraste entre áreas verdes y puentes peatonales. Con los mismos elementos que están a disposición de cualquier estudiante con una cámara digital El Cielo Dividido muestra cómo se le puede dar un valor cinematográfico a los escenarios cotidianos del DF, sin el folklorismo onanista de Reygadas ni el miserabilismo de tantos otros directores. La Ciudad de México alberga ambientes que muchos de sus artistas ni siquiera sospechan.

Lo anterior se complemente con la afligida banda sonora compuesta por Arturo Villela, que anuncia el rompimiento cuando parece que la felicidad de Jonás y Gerardo será eterna. Además hay canciones de los Ángeles Azules, José José, Ely Guerra, que articulan los pensamientos de los personajes y describen sutilmente su nivel socioeconómico. Esto lo hace Julián Hernández con mayor fortuna que Julio César Estrada en Espinas, donde el contrapunto entre los actores y las letras de las canciones era bastante forzado. El uso de la banda sonora en El Cielo Dividido es más orgánica, con sólo algunos resbalones donde se impone la obviedad (cuando Sergio espía a Gerardo y luego mira un aparador), ocupando adecuadamente el lugar de parlamentos que nada tienen que aportar y dándole un respiro lírico a lo que es en esencia una redolente y agónica descripción del desenamoramiento. Para entrarle a la que sin duda es una de las mejores películas mexicanas del año sólo hay tener un poco de paciencia y entender que la intención de Julián Hernández era detenerse en este difícil proceso, necesariamente ensimismado y por lo tanto refractario a la obligación de salir la palestra para denunciar o exigir respeto.


viernes, 7 de septiembre de 2007

EL CIELO SOBRE NOSOTROS

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o 100 anécdotas (y 3 episodios censurados) para recuperar la memoria del cielo
Por: Ulises Pérez Mancilla

1. Londres esquina con Havre.
Londres 62, departamento 208. Ahí, avecindados en la colonia Juárez a un ladito de la Zona Rosa se cocinó el proyecto de ésta película. Lejos estábamos de ubicarnos en este lugar sólo porque la historia gira en torno a un romance homosexual.





Jesús Torres Torres (mejor conocido como maestri) debutaba como director de arte y él vivía en el mismo edificio, de hecho, antes de tener su amplio departamento, pasó por este que ocuparíamos nosotros por un plazo de cuatro meses: un reducido espacio a relativo bajo costo, de una sola recámara que concentraba a todas las áreas del crew.





Ahí Julián (mucho más disciplinado que en la actualidad) comenzó a trazar sus plantillas y a inundar el cuarto con las voces que (pronto descubriríamos) regodean su sentido auditivo y hacen palpitar su corazón inundado de recuerdos: José José, Jon Vickers, Carlos Lico, Gualberto Castro, Yuri, María Callas y Judy Garland principalmente.


2. Cómo hacer una película de bajo presupuesto.
Hace poco leí un artículo de John Waters escrito allá por 1986 en el que aseveraba sarcásticamente: “los estudiantes de cine pierden demasiado tiempo estudiando obras maestras. La técnica de filmar a escondidas, Cómo zafarse de los sindicatos o Al diablo con los contratos por película acabada serían asignaturas mucho más prácticas”.

El cielo dividido es una película orgullosamente filmada en la clandestinidad, con un presupuesto menor que el de muchos cortometrajes producidos con apoyo institucional, apenas en cuatro semanas, en 35 mm, con apoyos académicos de la UNAM a través del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), entre otros. Y un equipo, técnico y humano apenas indispensable.




3. Crew reducido
No éramos más de 30 personas. Los grandes ejércitos que suelen pulular en las películas de presupuestos holgados brillaban por su ausencia. Éramos unos cuántos haciendo las funciones de muchos. Todos cargábamos equipo, todos éramos extras, todos aguantábamos llamados forzados sin ver caer la “miel” (o lo que es lo mismo el pago de horas extras que estipula el sindicato)...

Es más, todos cobrábamos un pequeño sueldo simbólico que era el mismo para todos, todos confiábamos plenamente en nuestro director, todos (como él) tomábamos café aguado.




4. Un casting

Julián Hernández y Roberto Fiesco odian los casting por humillantes. Por eso el nuestro consistía en una entrevista amigable más que en una cacería de talento. Fue realizado en el departamento de Jesús Torres Torres en varias sesiones (una de las cuáles dirigió Elvira Richards). Recuerdo haber pegado decenas de avisos por todas las escuelas de actuación y haber visto llegar a una variedad de jóvenes que acudían fervorosos aunque no cumplieran los requisitos.

Generalmente el prototipo de Julián son tipos morenos, de espalda ancha, cabello hirsuto y cuerpo atlético compacto. Nada qué ver con los guapos de comercial que dominan los casting. No en balde el director suele decir que él domina la discriminación, pero al revés. De este casting salieron Fernando Arroyo (que acudió por su cuenta pues la Richards no se atrevió a sugerirle que viniera, pues creía de antemano que él no hubiese aceptado un papel “de este tipo”) y Alejandro Rojo.




5. Rojo
Apareció con un look medio darketo, medio punk, con el cabello embarrado de gel y picos escapándole de la cabeza cual goku. Tenía piercings y provenía de un taller de teatro de un bachillerato en Chalco. Lo había recomendado Baltimore Beltrán. Su mirada abarcaba un amplio registro de emociones y su aspecto ambiguo (un chacal entre matón y tierno que en su propia vida coqueteaba con la bisexualidad y las leyendas de violencia en torno a su persona) sedujeron al director.

A punto estaba de irse cuando me pidieron que lo alcanzara y lo detuviera para hacerle un álbum fotográfico más personalizado. Para la trivia: el verdadero apellido paterno de Alejandro es Hernández, pero el productor y el director decidieron rebautizarlo artísticamente como Rojo.




6. Hoppe
Un día Julián lo vio patinando en el Centro Nacional de las Artes y decidió que sería el protagonista de su siguiente película. El muchachito patinador era Miguel Ángel Hoppe, recién ingresado a la Escuela Nacional de Teatro y proveniente de Veracruz con el firme deseo de estudiar actuación luego de otros intentos de carrera frustrados. Se trataba de un chico disciplinado, abiertamente homosexual (durante la filmación se contoneaba a la primera provocación tarareando el tema de Lipstick de la Guzmán) y con un singular amor por la escuela (su decisión de abandonarla un año para filmar la película, pesó sobre él durante el rodaje de una manera fundamental).




7. Nacho
Su participación en la película (interpretando a Bruno, objeto de deseo de Jonás) fue fugaz pero llena de esplendor. Es bailarín, no actor, y tiene todas las virtudes de su oficio: carismático, etéreo, disciplinado. Llegó por vía de Edith Maya, amiga de Julián a partir de su relación con Eric Montes, exitoso bailarín protagonista de Los ríos en tiempos de lluvia.

Ignacio Pereda era absolutamente simpático, adorable, guapo, amiguero... Sus (pocos) días de llamado iba de un lado a otro cual demonio de Tasmania haciendo migas con todos y atascándose de comida chatarra (para envidia de los que difícilmente controlamos el peso y cultivamos singulares panzas durante los rodajes).

A Nacho lo recordaremos por robarle (maliciosamente) los besos más candentes a Fernando Arroyo (para beneplácito de Julián)


8. El guión
De apenas 53 páginas, desde un principio uno sabe que en las filmaciones de Julián una cuartilla no equivale a un minuto en pantalla y 1/8 puede durar una eternidad. En una de sus primeras versiones, estaba revestido por fragmentos de la obra de Marguerite Duras como acotación al inicio de cada escena. Tiene 91 secuencias (las mismas que Rabioso sol, rabioso cielo) y más de uno le ha sugerido a Julián (guionista de toda su filmografía) que debería publicarlos. Para él, el guión tiene vida propia y contrario a lo que muchos teóricos afirman, se trata de una disciplina literaria. Hecho que se refleja en el grueso de sus descripciones.




9. Las dudas
Como casi todos los directores, Julián tuvo un sinfín de dudas antes de filmar. ¿Lograría plasmar la esencia de su guión en pantalla? ¿Había hecho una selección adecuada de actores? ¿Sus críticos pesarían que estaba abandonando su estilo crítico social por un drama íntimo de jotuelas enamoradas? ¿Lograría terminar el rodaje en una sola etapa? ¿Debería seguir filmando? ¿Valía la pena hacer El cielo divido? ¿Tenía sentido seguir adelante? ¿Para qué lo hacía si, según él, se encontraba en la soledad absoluta?




10. El motor
Detrás de la sonrisa y la bohonomía de Fiesco, ésta una carga de responsabilidades y compromisos que pocos imaginan. Él, consiente de lo aburrido qué es hablar de deudas, préstamos y convenios, pocas veces toca el tema.





Lo cierto es que detrás del fulgor de Roberto Fiesco hay un sinfín de acreedores que nunca opacan su sonrisa ni su fe en los proyectos en los que se involucra.




Su filosofía base es: “se termina porque se termina, después veremos qué hacemos”. Quienes hemos trabajado con él en producción (incluso sus alumnos del CUEC) sabemos que para él, la producción también es un apasionante proceso creativo con la noble tarea de construir la obra (el sueño) de un director.



Fiesco es y ha sido la columna vertebral en los momentos
de flaqueza de Julián a lo largo de toda su carrera



11. Locaciones
Daniel Burgos se encargó de gestionar los permisos para las locaciones y de negociar con los vecinos los espacios para comer, estacionar equipo, etcétera (Y para ser su primera vez, lo hizo muy bien). No obstante, Julián estuvo absolutamente involucrado en la selección de espacios y lugares. Es un proceso que disfruta tanto que, bromeaba, si no volvía a dirigir nunca más (es fanático del melodrama) se dedicaría a asesorar directores en su búsqueda de locaciones y que incluso sus servicios podían incluir elaboración de plantillas y propuesta de planos.





12. Ciudad Universitaria.
Por lo que representa CU en la historia de la Ciudad de México y en el corazón de un sinfín de generaciones de universitarios unidos por el alma mater, esta locación se coció aparte. Para Jesús Torres Torres difícilmente (o por lo menos en mucho tiempo) alguien podrá librarse de la referencia fílmica de El cielo si llega a filmar aquí.









Originalmente, muchas de las secuencias estaban planeadas de manera dispersa en otros sitios de la urbe. Ciudad Universitaria permitió delimitar el universo de los personajes y en términos de producción facilitó mucho las cosas por tratarse de universitarios queriendo hacer cine, no cualquier tipo de cine.





Con gusto, recuerdo haberme involucrado plenamente en los scouting pues para entonces, todavía era yo alumno de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En una de tantas visitas recuerdo haber paseado al equipo (algunas veces acudíamos todos y en bola, otras sólo Julián y yo) por caminos poco conocidos que amén de hacernos sudar, sorprendían a algunos (Julio quedó maravillado pues no tenía idea de la magnitud del campus) y hacían añorar a otros (como Daniel Alonso, egresado de la Facultad de Ingeniería que hacía años no pisaba territorio Puma).





La filmación en CU (hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad) abarco más de una semana y pisamos lugares como las islas, la explanada de Rectoría, la biblioteca del Instituto de Filológicas y las Facultades de Arquitectura y Derecho.




13. Sucedió en la pre
Estábamos todos concentrados, trazando plantillas, haciendo llamadas, tarareando canciones y cerrando tratos cuando apareció de la nada en la oficina una mujer alta, vestida muy sexy, morena, de rasgos indígenas fuertes, con un ímpetu sobresaliente. Venía a dejarnos su curriculum por si había un papel para ella, lo que fuera, no importa si era el más pequeño. Su carrera era vasta y había de todo: cortos, videohome, roles en telenovelas, unitarios. Se había enterado del casting en un master de dirección que impartía Juan Antonio de la Riva aquel entonces en Churubusco.



Su nombre artístico era Mayahuel del Monte y su presencia nos enterneció (¡una chica buscando hacer casting en una película de homosexuales adolescentes nos pareció una puntada!). Antes, mucho antes de su inesperado Ariel como mejor actriz por Noticias lejanas, Mayahuel tenía claro que la actitud es fundamental en este negocio. Ojalá un día podamos trabajar (ahora sí) con ella.


14. La ropa y el maquillaje
Días antes de la filmación Elvia Romero (que posteriormente haría un aportación como productora de El cielo) decidió cambiar este proyecto por Mezcal, de Nacho Ortiz (decisión que le valió una doble nominación al Ariel y la oportunidad de tener el segundo premio de este tipo en su carrera compitiendo contra ella misma, a propósito de las Ariel Winner).

El equipo se había quedado sin un miembro valioso y la amistad de Roberto y Julián con ella se fracturó por algunos meses. Sin presupuesto para una maquillista profesional, Laura García de la Mora entró al quite. Ella estaba a cargo del vestuario y no obstante los múltiples cambios de ropa de los tres personajes, se aventó a improvisar en el arte de la belleza con Lulú Aguilar como asistente para ambos departamentos, y un neceser tan ajustado que parecía accesorio de juguetes Mi alegría.




La mejor palabra para definir a Laura es entrona. Pendiente de todo y de todos y con una gran debilidad por parlotear sin parar y ayudar en todo y a todos, Laura se fue ganando la amistad incondicional de Fiesco y la confianza del equipo que poco a poco le garantizaría su lugar dentro de la familia Mil nubes.


15. Los extras
A veces amigos de Julián y Roberto, a veces mis mejores amigos ó algunos de los que en aquella época fueron mis alumnos en la Facultad de Políticas, a veces nosotros. Sacábamos extras hasta por debajo de las piedras. Julio Quezada Orozco, quien debutaba como primer asistente de dirección en un largo, gozaba dirigiéndolos y reciclándolos, echando mano de su aprendizaje en largometrajes gringos.


16. Menores de edad
Días antes de iniciar la filmación, Fiesco y yo solicitamos permiso en el Cedart Luis Spota (a unos pasos de la oficina en Londres) para recurrir a sus alumnos como extras voluntarios. Teníamos que llenar el CabareTito y los interesados hasta entonces eran insuficientes. Como casi siempre ocurre, el apoyo mayoritario fue el de las chicas. A la larga, esto haría de las secuencias del antro un espacio inesperadamente heterogéneo (en su mayoría poblado por niñas menores de edad maquilladas con cervezas de utilería en la mano y parejas buga nada fashion que muy poco tenían qué ver con el estereotipado mundo de los antros gay).




17. Cabaretito VIP
A propósito del ambiente poco semejante al de los antros gay, la ambientación tampoco empataba mucho con la decoración real del lugar. La transformación fue obra de Maestri y su paupérrimo empero sobresaliente equipo de arte (apenas él, Hugo Espinosa y Jorge Rivera, amigo de Fiesco que a los pocos días tuvo que abandonar su lugar, que ocuparía Miguel González, el grandote, un muchacho altísimo surgido de un colectivo de música electrónica que a su vez la hacía de boom).









El equipo entró con cubetas y escobas en mano la madrugada del 27 de septiembre de 2004, primer día de rodaje, al termino de una fiesta de lesbianas acontecida en el antro la noche anterior (que por cierto, terminaría en un espectáculo de golpes entre mujeres lesbicas presenciado por la banda milnubera).

En un acto de amabilidad solidaria, los empresarios Tito Vasconcelos y David Rangel prestaron el local principal de su consorcio a cambio de difundir su patrocinio. Días antes, Tito había apoyado a Alex Zuno (estudiante cuequero) para recaudar fondos para un ejercicio escolar (Los ojos de Emilio) y públicamente anunciaba la filmación de la película de Julián en sus instalaciones: “Hijas vayan al cine, hay que ser jotas pero también cultas, ustedes vayan aunque no entiendan nada y apoyen”, le diría a su clientela en un break entre canciones de Thalía y Jeans.




18. ¿Qué es un dolly?
Originalmente Julián me había invitado a participar como su asistente luego de un año de amistad entrañable. Sin embargo, un día llegó Fiesco durante la pre y me dijo: ¡Vas a ser el script!... Y eso ¿en qué consiste?, pregunté aunque tenía una vaga idea. “Sólo sé muy observador, llena este formato, nunca digas que no sabes a lo que te pregunten y sé muy simpático siempre”.







Días después en el caótico set de CabareTito (por grande, repleto de extras y de planos complicados) Julián me preguntó:

-¿En qué mano tenía la cerveza?
-Izquierda. Dije seguro aunque no lo estaba del todo.
-No. En la derecha. Insistió Miguel Hoppe.

Julián volteó a verme con furia.

La tensión se dispersó en el set. Yo no sabía donde meter la cabeza. Era mi segundo día, no sabía todavía si dolly era el nombre de un plano o el monigote que tanto trabajo nos costaba ayudar a cargar al staff. Para colmo, me acababa de tropezar con un cable que alimentaba la luz de todo el set y Julio me había regañado. Julián pidió ver el videoassist.







Al final, la mano era la izquierda, pero en ese momento yo seguía sintiendo que jamás llegaría a hacerlo bien, pese a que iba de un lado para otro gritando “Sí señor” mientras atendía el llamado de: ¡Ulichi! (cariñoso apodo con que me bautizaría Julio Quezada apenas me conoció).


19. El fotógrafo
Alejandro Cantú, que para entonces ya era uno de los fotógrafos más jóvenes, talentosos y experimentados en el medio (Un mundo raro, Adán y Eva lo respaldaban) tenía un plus y éste era su carácter amable, bromista, desparpajado. Pocos fotógrafos se la toman con calma a la hora de iluminar y Cantú (en aquella época lento, pero extraordinariamente seguro) echó mano de lo que pudo e hizo maravillas con unos cuantos quinos, tres staff y un minimóvil al que casi siempre le faltaba un riel extra para los dollies que pedía el director.






En aquella época, Cantú era casi el doble de masa corporal de lo que es ahora. Autocrítico y capaz de reírse de sí mismo, en ocasiones, era su propia carne de cañón.


Como buen fotógrafo, gustaba de hacerse de su lunch de cigarros y Cocas (entre otros aditamentos) que solía compartir con sus muchachos asistentes: Iván Hernández y Marzo Ezeta.



20. Grados de complicación
Desde el primer día, luego de los primeros planos, Iván, Cantú y Marzo solían ponerle grado de complicación a los planos de Julián; calificándolos del uno al diez. Iván, que hacía sus pinos en el cine profesional (este era su segundo largo) se las vio negras en los cambios de foco, ampliamente dinámicos en los planos secuencia favoritos del director.




21. ¡Una cerveza!
Pese a su amabilidad y disposición, Rojo tenía dos defectos: su voz y su postura encorvada. Esto le valió que varios de sus planos donde aparecía de cuerpo completo fueran eliminados desde antes de su realización y que su voz fuera doblada por Jorge Becerra, quien años más tarde se convertiría en el protagonista de Rabioso sol, rabioso cielo.

Por mucho tiempo, el momento en que pide una cerveza fue parodiado por el crew, que trataba de emular su pésima dicción.


22. Claudia Goitia
La actriz fetiche del maestro Juan de la Riva (Pueblo de madera, Elisa antes del fin del mundo, El gavilán de la sierra) tuvo una breve participación en la película, precisamente como la chica bartender del antro. A ella es a quien Rojo le pedía la famosa cerveza y en ese momento, lucía en todo su esplendor. Años más tarde, Julián escribiría y dirigiría un corto especialmente para ella llamado Vago rumor de mares en zozobra.





23. Por una cortina
Para el antro, Jesús Torres había rentado una carísima cortina de lentejuela dorada que se supone pendía de la entrada del antro. En el ajetreo de los primeros días la cortina se perdió (supuestamente fue colocada en una bolsa que se confundió con basura). El error costó uno de las primeras diferencias entre Fiesco y Jesús (amigos de muchos años atrás) debido a que la cortina tenía que ser repuesta y lo último que sobraba en este rodaje era dinero. El costo de la cortina era de aproximadamente 2 mil pesos que fueron pagados y las diferencias entre el par de amigos sanaron sin fracturas.


24. Castelán
Coordinador de producción y valioso elemento de apoyo para la dupla Fiesco-Hernández. Mejor conocido en el ámbito cinematográfico por fundar y dirigir a la fecha el Festival Mix de Diversidad Sexual en Cine y Video, Castelán ponía el toque ácido y artero.





Maestro de las relaciones públicas, harto confiado y de carácter emprendedor empero disperso. Después de algunos años de trabajar en colaboración con Mil Nubes Cine, El cielo dividido significó su penúltima participación para la empresa.



25. Secuencia revocada
Una de las pocas secuencias que quedaron fuera del corte final (hay a lo mucho otro par) correspondía a la secuencia 34 que (irónicamente) contenía un diálogo:

-¿Me vas a decir qué te pasa?. Decía Gerardo (Hoppe).
-No me pasa nada. Respondía Jonás (Arroyo).

Entre ellos, brillaba un letrero luminoso en letras rosas fluorescentes con la palabra SUMISA afuera de los baños de hombres del Cabaretito VIP.




Un acierto más en el arte de Jesús, que se encargó de recopilar obras de arte y demás creaciones de amigos artistas: pintores, escultores, fotógrafos, etc; que dieron un estilo poco común al diseño de antro-bodega.


26. Hugo

Estudiaba en la Universidad Latina y hacía su servicio social en IMCINE cuando lo conoció Roberto Fiesco. Se lo recomendó Susana López Aranda y Jorge Magaña.




Era un muchacho dispuesto, de pequeña estatura, ojo vidrioso, cabello enmarañado largo y barba rala que intercalaba sus clases de francés /que finalmente abortó) con sus llamados de la película. Llegó directamente al departamento de arte bajo el estricto mando de maestri.




Con el tiempo, se convertiría en el mejor amigo de Ernesto Martínez e incondicional de Daniel Alonso y Roberto Fiesco en el equipo de producción postMil Nubes.



27. Hotel Miguel Ángel
El hotel (ubicado a la salida del metro Salto del Agua por la línea rosa) continúo dando servicio y los clientes se topaban con nosotros en las puertas del elevador anonadados tras invadir su presunta intimidad. Los sonidos del cable porno se mezclaban con los del sexo real. Y el crew (harto morboso) los detectaba con entusiasmo de muchacho puberto evidenciando el hecho a quienes todavía no se daban cuenta. La anécdota del día es que algunas personas se quedaron atoradas en el elevador por más de veinte minutos (Daniel Alonso, Ernesto Martínez, Larissa Rojas (que suplía ese día a Iván Hernández), Hugo Espinosa, Adriana Martínez y Armando Narváez) mientras corría el tiempo de comida.













28. Cómo te voy a olvidar, cómo te voy a olvidar...
El tema de los Ángeles Azules es otra obsesión de Julián. Lo utilizó en el corto Los ríos en tiempos de lluvias (su primera colaboración con Cantú) y lo remite a su propia historia de amor. Aquí se convirtió en tema de Sergio y fue el plano más complicado de la noche más allá de la coreografía improvisada de baile que Fiesco, Lulú y Laura ayudaron a montar a los actores.








Esa noche el crew fue cayendo literalmente agobiado por el sueño, más allá de las dos de la mañana. Los actores llegaron a pensar que era por ellos que se repetía y repetía la toma, sin embargo, el espacio reducido, el cansancio acumulado y el perfeccionismo de director y fotógrafo eran la verdadera causa.




29. Bella Lulú
Lulú, una de las dos chicas del crew, acaparaba la atención de todos cuando entraba al set. No sólo era una chica bella y atractiva, sino buena onda, sencilla y alejada de las poses. De carácter excelente, repartía besos y abrazos y se dejaba querer.



Enloqueció a más de uno durante la filmación y no les cortó la ilusión de que la pretendieran pese a que ella ya tenía a su futuro amor en la mira. Proveniente principalmente del mundo de los comerciales, reconocía en este rodaje un oasis de placer por el ambiente y la suma de esfuerzos que daban por resultado el ensamble de Julián que desde entonces la mayoría intuía era una profunda historia de amor contada de manera inusual.






30. El departamento de Jesús/Jonás
En calidad de amigo solidario, Jesús prestó su casa para filmar durante una semana las secuencias correspondientes al departamento de Jonás (un personaje que empataba con su personalidad y la de Roberto Fiesco según el director).





Jesús estuvo involucrado íntimamente desde el origen del proyecto a través de consejos y sugerencias creativas. Pero su apoyo más materializado fue el préstamo de su departamento.








La vida para Jesús en ese departamento jamás volvió a ser la misma. Por el día tenía que decorar su propia casa hecha patas pa’rriba y por las noches dormir en un hot set sin el suficiente descanso porque desde temprano tenía que interrumpir su sueño para permitir el paso a los staff. Años después confesaría que le resultó traumático dormir en la cama donde supuestamente por el día, Hoppe y Arroyo actuaban el desmoronamiento de la pareja en medio de cogidas cada vez menos satisfactorias.




Por lo que respecta a los destrozos propios de un rodaje, hasta que se cambió de casa hace unos meses, pedazos de cinta, marcas y descarapelados de pintura varios permanecieron en su departamento sin que nunca fueran reparados. Un acto de tolerancia de alta valía viniendo de él, que es extremadamente ordenado y riguroso con su estilo de vida.


31. Vecinos
Por meses nos hicimos vecinos de la calle Londres en la colonia Juárez. Convivimos, intercambiamos miradas, supimos de sus íntimos secretos y cuchicheamos como en todos los barrios acerca de y con aquellos que estaban a nuestro alrededor. Desde los inquilinos del edificio (el dueño, la portera a quien ayudábamos a tender y quitar su ropa de los tendederos, la familia de gitanos, la pareja de gays, el otrora actor de Jaime Humberto Hermosillo, el vendedor de pollos rostizados). Para todos había buenos días o malas caras según se comportaran ellos.

Su vida privada quedaba ventilada ante nuestros ojos (así como la de Jesús) debido a nuestra invasión creativa. En las calles, se volvió usual ver pasar y hablar de La Muñeca (famoso prostituto del barrio), a los alumnos del Cedart Luis Spota que después de haber actuado como extras nos saludaban familiarmente o al inagotable desfile muchachos de ambiente.


32. Lector disciplinado
Los primeros días del rodaje, Fernando Arroyo nos sorprendió a todos por su capacidad de abstraerse. Por sus antecedentes en la televisión (provenía de unitarios de TV Azteca) creímos prejuiciosos que se comportaría como una estrella desubicada, sin embargo era un chico abstraído, nada escandaloso, que se apartaba en un rincón lejos de todos a repasar su guión e incluso, a devorar un libro gruesísimo, un bet seller casi Biblia que con los años se convertiría en una pésima película llamado El código Da Vinci. Lectura al fin y al cabo, con el paso de las semanas devoró éste y la secuela Ángeles y demonios.





33. Secuencia 15

Planeado para realizarse el 6 de octubre de 2004, como bien cuenta Roberto Fiesco en su artículo escrito para la revista 24xsegundo de noviembre pasado, el plano de ésta secuencia: “nos dimos el lujo de ensayarlo todo un día y regresar a filmarlo al día siguiente”.






Al principio hubo un viento de frustración. Algo inaudito en un rodaje dentro de los estándares de la industria. Pero, pensándolo bien estábamos justamente al margen de la industria (para ser exactos, en la clandestinidad).







El plano secuencia consistía en la llegada de Gerardo a casa de Jonás (posteriormente realizaríamos el mismo plano a la inversa, es decir, cuando Gerardo se marcha). La emoción corría por las venas de todo el crew que estaba involucrado de una u otra manera en el cambio de tiempos y espacios dentro del mismo plano. Amanecía, anochecía, cambiaba la decoración, los personajes pasaban por cambios de ropa y la cámara lo registraba todo. Detrás cada puerta, closet, ventana o rincón había alguien del crew (sin importar cuál fuera su cargo) sosteniendo la ropa que estos se pondrían, la manta que haría de noche, las puertas que se abrían o cerraban.




Toda una delicia.


34. Cruzar el puente
En una de las primeras secuencias sexuales de la película (la 29 para ser exactos) Fernando Arroyo expresó su deseo de que en el set sólo permanecieran los más indispensables del equipo. Julián, en una actitud conciliadora, se lo concedió. Sin embargo, el novel actor sorprendió a todos cuando pidió tiempo de concentración para “cruzar el puente” previo a correr escena. A su lado, en las mismas condiciones que él, Miguel Ángel Hoppe guardaba un respetuoso silencio.



En ese momento, el comentario puso tensos a más de uno (empezando por Julián). Pero con el tiempo, se volvió chiste local.





35. Qué ironía

Días después del episodio del puente, Arroyo no tuvo empacho en hacer un desnudo completo saliendo de la regadera saltando y brincando de la manera más mamonamente desparpajada.





La secuencia se filmó con el tema Cuando calienta el sol de Luis Miguel (a falta del track que originalmente acompañaría esta escena de la película) y la acción se antojaba chistosa luego de pasar una semana filmando el drama contenido por la incomunicación de la pareja protagónica, pero Julián dudaba cómo pegaría con el resto del ensamble en el que los personajes salen de bañarse y se arreglan para ir al antro.




Con su actitud, Arroyo no hizo más que evidenciar su pavor homofóbico pues su serenidad sólo desaparecía (y era violentada) cuando alternaba con sus compañeros actores.




36... CENSURADO¡¡¡¡¡¡¡











37. Poncho
Alfonso Escandón (de nombre artístico Constantino) tenía una relación difícil con Julián (a la fecha no se hablan y su indiferencia y aparente desprecio es mutuo).





Sin embargo Fiesco concilió para que Alfonso estuviera en el rodaje como videoassist, puesto que no lo tenía muy a gusto a veces (la mayoría de ellas) y lo descuidaba por hacer el making off (una tarea creativa que finalmente le satisfacía más).




Mientras filmamos en casa de Jesús, Alfonso se ofreció para negociar apoyos por parte de una empresa familiar, sin embargo no tuvo mucha suerte con un proyecto de homosexuales bajo el brazo. El gesto acercó por algunas semanas a Julián y a él, pero su enemistad estaba cantada por el destino. Detrás de la personalidad colérica y discriminatoria de Alfonso existe un joven de espíritu infantil, hiperactivo, talentoso, imperfecto y vulnerable (como el propio Julián) tanto así que más de uno lo considera su discípulo más aventajado.




Alfonso ha puesto en práctica (en sus propios cortometrajes) las enseñanzas de Julián sobre el plano secuencia y la voz en off, sin dejar de lado la clarísima, aunque aún soterrada (ligeramente) temática homosexual que gusta de imprimir en ellos.



38. El segundo asistente de cámara
Marzo Ezeta (posteriormente sabríamos que se trata sólo de su nombre artístico) es un rebelde por naturaleza.





Tipo de personalidad enigmática y desparpajada. Más que ir contra la corriente se deja envolver por ella. Interactúa fácilmente con ella. Como muchos de los que colaboramos en Mil Nubes, se ha ido formando en la práctica.





Es un buen foquista, rehuye a la usual disciplina de los asistentes de foto y lo recordamos porque se quedaba dormido en cualquier lado y a la menor provocación. Con el tiempo, se convertiría en el objeto de deseo (e inspiración) de un sinnúmero de hombres y mujeres del medio cinematográfico.



39. Videoassist
Hasta esta película, Julián declaraba casi siempre orgulloso que nunca había necesitado del videoassist para dirigir. Quizá pudo seguir sin utilizarlo pero lo cierto es que en este rodaje fue un elemento valioso para cuidar a la perfección cada toma pues la repetición de éstas era limitada. Poco material y un plan de trabajo apretado pesaban sobre el director que además de arreglárselas para dirigir, debía sortear las carencias económicas.

Más que ingenio y destreza necesita aquel operador de video en turno que deba ir detrás de los dollies de Julián jalando su cable (hasta ahora, Mario Guerrero en Rabioso sol, rabioso cielo es el mejor librado). En aquella época, el videossist pasó por manos de todos (Hugo, Ernesto, Miguel, Burgos y hasta Armando Narváez, desde entonces acostumbrado a la doble talacha y graduado como videoassist en El mago).




40. Solidaridad

Lo que entiende Julián por solidaridad, más allá de lo evidente (como cargar equipo, esperar a que “su gente” coma antes que él, ponerse del lado de quien es su amigo en cualquier situación en que otro se presente como contrario, etc.) siempre será incomprensible, al menos para mí...

Una noche al finalizar el rodaje, Fiesco sugirió que fuéramos a cenar. Además de él y Julián, estaban Castelán y Jesús. Julián desistió pues “tenía una película por filmar y mucho trabajo que hacer”. No tenía ganas. Me preguntaron si yo me quedaba, pues casi todos los días caminaba con Julián hacía el metro. Dije que sí. Julián me miró de inmediato y apuntó sobre mí, si quieres quédate. Y así lo hice.

Al día siguiente, fui ignorado por Julián en lo absoluto. Me retiró la palabra. A unos pasos míos se dirigía a los otros pidiéndoles que me dijeran lo que tenía que decirme (algo así como “dile a Ulichi que necesito mi guión” cuando me tenía enfrente). Le llevaba café como todos los días y ese día lo rechazó, se lo pidió a alguien más. No comprendía lo que estaba pasando.

En el set todos notaban la tensión pero nadie decía nada. Pronto la indiferencia de Julián me anuló y como sinceramente no entendía por qué lo estaba haciendo tuve mi segundo momento más vulnerable en el rodaje y a punto estuvé de llorar y de botarlo todo. En cuanto Julián vio mi rostro resquebrajado, se le rozaron los ojos, se acercó a mí y me dijo: “te perdono”.

Tiempo después supe por Fiesco que se había molestado por mi falta de solidaridad al no acompañarlo la noche anterior (mientras filma, si el no se divierte, le gusta que los demás o al menos sus más allegados tampoco lo hagan)... Mucho, mucho tiempo después entendería que me había aplicado el mismo método que aplica a los actores cuando necesita emociones complejas de ellos (el caso Arroyo y más recientemente el caso Becerra). Lo que tampoco pude comprender nunca es por qué lo había hecho si yo no era su actor.




41. Nulo apetito
Incluso en su vida diaria, Julián carece de apetito. No come. Su peso le obsesiona a tal grado que sus compañeros del CUEC (el propio Cantú y Valentina Leduc entre ellos) lo recuerdan por haberse sometido a una rigurosa dieta de Napolitano y agua mineral para bajar de peso. Mientras filma, la tensión es tanta que pocas veces se sienta a comer y si lo hace, apenas prueba alimento, si acaso un sándwich (eso sí, sin mayonesa). Por el contrario, no perdona la ausencia de un café, aunque sea remedo de café.




42. Servicio de alimentación “El Peruano”

Antes de que le llegáramos al precio (o mejor dicho, nos alcanzara para pagar el catering de “El Negro”), don Daniel Alonso, gerente de producción encontró en el servicio de alimentación “El Peruano” (a cargo de Juan Manuel Rodríguez) la oportunidad de alimentar a su gente todos los días, a muy bajo costo, con platillos poco espectaculares pero llenadores, así como un intento de café y pan para todas las mañanas o madrugadas, según correspondiera el llamado.

A Julián siempre lo perseguía el fantasma de no poder dar de comer como debía ser en sus rodajes (a pesar de que él ve en la comida un festín innecesario). Aunque a veces los caldos parecían agua y los guisos eran todo menos variados, los de alimentación soportaban e incluso sabían de las quejas del crew por la comida cuando se nos iba la boca bromeando sobre la orden del día. Al final, no nos quedo más que valorar las maravillas que hicieron con tan apretado presupuesto.









43. Comida a domicilio
Estos son algunos de los lugares en los que comimos:
a) Calle Londres en plena madrugada. Los vecinos de Jesús se asomaban desde sus ventanas viendo nuestra extraña convivencia cual si fuera una boda o quince años con todo el desplegado de mesas del catering.
b) Azotea del Edificio de Londres. Comíamos en medio de la ropa tendida de los vecinos y con vista a los edificios de Reforma.
c) Azotea de La Estación: un verdadero triunfo para subir las escaleras.
d) Ciudad Universitaria: Una más de sus diversidades. A un lado de la Tienda UNAM, en las islas, a un costado de Derecho. Cualquier lugar se volvía susceptible de transformarlo en comedor para azoro de los estudiantes y paseantes domingueros.


44. Carencias
Entre muchas otras de tipo técnico y de equipo, carecíamos de un camper de maquillaje y baños. Razón por la cual había que improvisar (así como en el caso de la comida) los lugares a dónde ir a saciar nuestra necesidad fisiológica. Casi siempre lugares públicos a la mano (los de los indispensables Sanborn’s, los de la Biblioteca Central, los del VIP’s, etc.). La necesidad era tal que en una ocasión, Alfonso tuvo la necesidad de hacer sobre las jardineras de Reforma, motivo por el cual estuvieron a punto de llevárselo a la cárcel una madrugada mientras esperábamos la hora mágica.


45. Sin mamonería al menos
Las jerarquías no desaparecen, pero en filmes como estos, la situación de sobrevivencia es tan precaria que las excentridades y demás mamonerías usuales de los rodajes pasan por alto. No hay Starbucks para las cabezas de área (y si los hay se los compran ellos o hay para todos), nadie te pide que en calidad de su asistente realices sus pagos personales o que recojas a sus hijos del kinder porque desde que dirige no tiene tiempo para nada, no hay camioneta que recoja al director, ni gritos de frustración porque no estuvo algo a tiempo.

Ronda sobre todo la consideración y la comprensión. Se trabajo con lo que se tiene y sobre todo, se valora todo aquello que alguna vez se tuvo o se tendrá (un mega móvil, una grúa, una steady cam, un ejército de asistentes que a final de cuentas podrían concentrarse en un par de ellos, etc.).


46. Burgos
Nuestro gerente de locaciones se caracterizaba por echar fácilmente lazos de amistad con los dueños y vecinos de las locaciones. Especialmente con las mujeres que se dejaban seducir por el diálogo lento y la pinta de don juan intelectual que se carga con su cabellera rizada (que años más tarde le valdría el apodo de peluca, también impuesto por Julio Quezada).




En El cielo dividido, Daniel creó fama de que podía ligarse a sus contactos fácilmente y sin discriminación de por medio (desde jovencitas hasta señoras). Mito o realidad, todo empezó cuando tuvo un accidente (se hizo una cortada en un dedo) y al enterarse, una de las vecinas de Jesús acudieron de inmediato a auxiliarlo limpiándole la herida.





47. La estación
Así como en el CabareTito, la banda milnubera encabezada por arte, locaciones y producción tuvieron que esperar, bajo una brizna de madrugada, a que los clientes del desaparecido dark room La Estación terminaran de salir. Los clientes huían azorados por el ejercito de limpieza que esperaba entre cubetas, jergas y recogedores entrar a limpiar los residuos de amor y sexo casual que habían emanado durante toda la noche.







Para los que se dedican al negocio del sexo, rutina ordinaria. Pero para el equipo (en su mayoría bugas ajenos a las dinámicas de ligue gay, era todo un suceso (más por novedoso que por escatológico). Todavía recuerdo la mirada de Julio al ver los glory hole (imposible no imaginar lo que estaba imaginando), los elementos de sadomasoquismo o las tinas para la lluvia dorada.




Ernesto Martínez estuvo a punto de inmortalizarse como extra trepado en un columpio de cuero pero su look retro a la Cristo pacheco era más perturbable que las cadenas de las que pendía. Éste día, recibieron llamado varios de los actores que acudieron al casting. Una tradición que hace unos meses se repitió con los actores que acudieron al cine porno en calidad de invitados especiales para las secuencias de Rabioso sol, rabioso cielo.




48. Revisión al cuarto oscuro
La mañana del cuarto oscuro Cantú se neurotizó un poco. No salía el primer plano el día y se preguntaba molesto si Miguel Hoppe estaba llegando a su marca. Pasado el incidente volvió a ser el Cantú bonachón de siempre y aportó una iluminación que le dio un toque particular de luz y esperanza a un tipo de lugar asociado con la marginalidad y valga la redundancia, oscuro. El aporte musical de Julián (El aria de la luna de la ópera Rusalka de Dvorak) y la sutil vuelta de tuerca del guión contribuyeron a crear una muy particular visión de estos sitios.

En el resultado final de la película, el espectador entiende que Gerardo viene en busca del más despersonalizado sexo y contrario a todo pronóstico se topa con que vive la experiencia más dulce tras semanas o quizá meses o años de estar desprovisto de cariño, a través de los besos y abrazos de Sergio. Sin embargo, en voz de Ortos Soyuz como el narrador (visto como un desacierto por la crítica cinematográfica) contradice la imagen diciendo: “los otros dicen que son personas que se esconden para penetrarse juntas y gozar por ello sin conocerse, ni amarse, casi sin verse”.


49. Héctor Negrón
Extra y standing de lujo. Sofisticado y atento amigo de Julián que de ser un conocido ocasional (que quisiste decir Ulises?) ha crecido en importancia en su vida y en su círculo de amigos al grado que en Rabioso sol, rabioso cielo, estaría ya plenamente integrado al equipo de trabajo de Mil nubes cine rodeado de la aprobación y el cariño del crew en pleno. En El Cielo nos acompañó múltiples veces, ya sea bailando y ligando en el antro o apareciendo misteriosamente en el cuarto oscuro. Siempre que aparecía, solía consentir al director con un Starbucks que en nuestras condiciones, equivalía a la última Coca Cola en el desierto.


50. No me veo, no me veo.
Anécdota simpática: Arturo Castelán quedó atrapado en un pasillo en medio de una toma. Se trataba de un dolly larguísimo y aparentemente le dio tiempo de ocultarse, sin embargo, como suele pasar con los emplazamientos de Julián, la cámara se metió por todos lados y la sorpresa fue descubrir a Castelán encubierto cual estatua de marfil detrás de unas puertas que aparecían en primerísimo plano.


51. Frases del día
Las mejores solían ser justamente las de Castelán (inagotable fuente de ingenio y sarcasmo). Y una de las más aplaudidas en su momento fue:

“De mis imitadores serán todos mis errores”.




52. Pinches putos
Miguel y Fernando continuaron actuando, sin embargo, mientras corría la escena, en el edificio de enfrente de la Unidad Habitacional Miguel Alemán había un grupo de chavos que gritaban histéricos: “¡Pinches putos!”, “¡Tírense!”, ¡Aviéntense putos de mierda!”.





La homofobia en su máximo esplendor corría por la vena de aquellos que estropeaban el sonido de Armando Narváez. Como los perros que ladran y no muerden, su alarde sonaba más a miedo que a intolerancia.









53. La mal cogida
De entrada, no éramos bienvenidos en la Unidad Habitacional pues el Comité de Vecinos decía estar harto de los publicistas que toman sus viviendas, pasillos y parques como locaciones para vender sus productos y enriquecerse. Querían dinero que no podíamos darles y entonces sus permisos fueron a medias y celosos.

Cuando filmábamos la secuencia en la que Gerardo espera a Jonás en el trolebús (un característico plano-obsesión de Julián con paso del tiempo y desplazamiento del actor para esquivar la cámara), Cantú echó una luz fuerte sobre un edificio de los que se rehusaban a que filmáramos en la unidad.

No tardó en aparecer una mujer encolerizada con ánimos de corrernos. Julián, molesto por la actitud de la mujer que no entendía razones y que furiosa arremetia contra Daniel Burgos, se le fue encima a palabrerías en respuesta a sus insultos al equipo: “Pinche vieja mal cogida”, así la definió Julián en su cara para sorpresa del crew que veía ponerse gallito al director.

Fue Daniel Alonso quien hubo que calmar los ánimos y mediar para que se nos permitiera filmar.


54. Secuencia de créditos
Tramo por tramo, tardamos más de un día en realizar la secuencia de créditos de la película y muestra a Ciudad Universitaria en todo su esplendor. Coincidimos con una foto de graduación, pero también con un sábado familiar. Nuestras idas a CU se convirtieron en un constante controlar paso de bicicletas y paseo de perros. Los estudiantes (al menos una gran mayoría) estaban de vacaciones y Julio recicló una y otra vez a un puñado de amigos que acudieron ese día como extras.


55. Tacos de a varo
Nuestra primera mañana en CU, Fiesco llegó con la noticia bajo el brazo. Una alegría inaudita alimentaba su rostro. Abrió el periódico y lo presumió a todos: El cielo dividido había ganado un lugar en el Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del FONCA. El premio significaba un respiro, la oportunidad de concluir la filmación a base de más préstamos teniendo ahora un pagaré genuino y desde luego, un aliciente moral al trabajo que todos estábamos haciendo.

Es extraño, cierto, pero Fiesco decidió que celebraría invitándonos tacos de canasta a todo el crew. Paramos al señor que llevaba sus tacos sudados y le hicimos la mañana. La gran mayoría se atascó (la leyenda cuenta que Marzo se comió por lo menos doce) y entre taco y taco, la cuenta se elevó a más de mil pesos.


56. ¡Sangre!
Raúl Orozco, chofer de antaño con todos los años de experiencia en el cine, conoce el negocio a la perfección y sabe cómo llegar a cada uno de los rincones del DF sin necesidad de abrir la Guía Roji. No necesita sintonizar la radio para saber por que vía hay más o menos tráfico. Alegra sus viajes con sus tantos y tantos volúmenes de salsa y huaracha sabrosona. Y uno no puede dejar de escuchar sus relatos acerca de cómo ayudó a Daniela Romo a audicionar para su primera película, del mal carácter de la Dalessio o de las aventuras sexuales de Roberto Cobo teniéndolo a él como cómplice. Recuerda perfectamente en qué casa vive tal o cual actor y las calles le simbolizan recuerdos.

Esa misma mañana en Ciudad Universitaria, en una impetuosa salida hacía algún encargo, se aventuró al arrancar su camioneta y voló todito el dolly que el staff había armado previamente. Ante el desastre, apenas alcanzó a decir: ¡Sangre! (su usual frase cuyo significado varía entre chido o hecho).

Este es el tipo de cosas que se le perdonan a personajes como Don Raúl (el entrañable sangre).


57. Frases (no del día) que llegaron para quedarse.
Surgidas de las reuniones cotidianas que tenían como amigos Castelán, Fiesco, Julián y Jesús Torres, pero inmortalizadas por éste último por su peculiar estilo directo y determinante:
a) O seeeeeeea (que significa ¿Cómo te atreves, basura?)
b) Ah órale! (lo que dices me da tanta güeva)
c) Peeeeeesimo (Derivativo del gran Gudini, el grado de pésimo lo determina el alargamiento de la e)


58. Homenajes
Cuando Julián mostró uno de los primeros cortes al crew, Adriana Martínez (asistente de edición que en esta película fungió como segundo asistente de dirección) detectó el primer (evidente) rompimiento de eje en la secuencia en la que Gerardo y Jonás se encuentran en el puente peatonal de Insurgentes Sur a la altura del Centro Cultural Universitario.

A Julián no le importó habérselo saltado ni mucho menos dejarlo en el corte definitivo.

Se trata de una de las dos secuencias con diálogos y consiste en la petición de Jonás a Gerardo para que se vaya a vivir con él (mientras filmábamos una toma, en calidad de peatón cruzó Gustavo Sánchez Parra).

Años después, esta secuencia sería objeto de homenaje por parte de Pierre Saint Martín hacía Julián. Actualmente, Pierre, a un año de egresar del CUEC, compite en la selección oficial del Festival Internacional de Morelia con dicho corto titulado: Tristeza.





59. Detrás de un bello plano
El guión marcaba para la serie de secuencias en la alberca olímpica en CU: “un día con destellos fulgurantes de sol”. En la realidad, estaba más nublado que nada. A Cantú se le ocurrió que quien viera esta toma en otros lados del mundo confundiría lo pro del campus con los Alpes Suizos. También de él fue la (mala) idea de tapar el símbolo puma de la alberca.








El famosísimo Jump Cut de los personajes en miniatura después de un grado elevado de tensión con las gradas de concreto dominando el resto de la pantalla, le ha valido al director todo tipo de elogios alrededor del mundo. No sólo es el más (sobre) valorado plano de esta película sino el más recordado. Recientemente la revista Cine Premiere la calificaría como una toma “bellísima”.






Pocos saben que es un plano que no goza del favoritismo del director y que, aunque planeado, pudo no haberse realizado jamás pues nunca se tuvo la certeza de que se podría filmar desde el trampolín de enfrente.




60. Comedia romántica.
Lo que Julián en cambio siempre quiso emular, eran todas esas secuencias típicas de las comedias románticas juveniles gringas con sus pasillos de escuelas atestadas de juventud y enredos amorosos. Pero sobre todo, una persecución por los estantes de una biblioteca. Y lo logró, sólo que desde su muy particular punto de vista, otra vez, revisitando los estereotipos, le dio otra dimensión a la aventura amorosa vana que posteriormente convertiría en un egoísta (y apasionado sin freno, como suele ser el director) drama de sufrimiento personal ante la indiferencia y rechazo del otro.


61. Ve y dile
La tarde de la biblioteca, Julián se exasperó tanto con Fernando Arroyo por su actitud poco solidaria con sus compañeros actores a la hora de los besos. A Julián le parecía inconcebible que Arroyo estuviera renuente a las secuencias gay, ¡cómo si de antemano no supiera el tipo de proyecto con el que se había comprometido!

El director ejerció su usual método de terrorismo psicológico (Ver Núm. 40) y logró elevar la temperatura de los de besos de Arroyo. Había una gran presión por salir de la biblioteca de Filológicas antes del anochecer, ya había recortado planos de otro actor (Rojo) y encima de todo Arroyo no terminaba de saltar el puente...

El director simplemente optó por la ley del hielo. Le quitó atención al actor y mandó al script (es decir a mí) a dirigirlo... “Ve y dile”. Esta fue una de muchas ocasiones en que Julián le retiró la palabra a Arroyo, orillándolo muchas veces al desconcierto y el llanto.


62. Daniel Alonso
Por ser el miembro de más edad en el equipo (apenas arriba de los 40) automáticamente lo hemos adoptado como guía, casi padre. Mano derecha de Fiesco desde su colaboración en El mago, han trabajado juntos prácticamente en todo desde entonces a la fecha, forjando una sólida amistad. A Daniel le ha tocado fletarse en las aventuras de bajo presupuesto que acepta Fiesco y ha sido leal y dispuesto todo el tiempo.





El cielo dividido fue una de las primeras, por lo mismo, no estuvo exento de pasar muy malos ratos en los que los tiempos se le iban de las manos a fotógrafo y asistente y él tenía que entrar a presionar, apareciendo como el villano de la historia (un poco en eso consiste el papel de gerente).

Debido a que don Daniel venía de producciones más formales (El misterio de la Santísima Trinidad, Conejo en la luna, El último profeta, Su alteza serenísima) le parecía que ocurrían demasiadas cosas fuera del orden de un verdadero rodaje, sin embargo, pese a los disgustos siempre ha reconocido que el esfuerzo, los riesgos y la aventura valen la pena, especialmente en esta película que marcó la formación de muchos de los que ahora trabajamos a su cargo.


63. Suerte o destino
Alejandro Rojo siempre tuvo la mala suerte de que sus secuencias fueran recortadas o disminuidas a un close up con mirada y actitud a la Indio Fernández. Suerte o destino, sus planos estuvieron correteados porque había que entregar la locación, por que el cielo se nublaba, por que la lluvia, por que el crew ya no daba para más... Él, en la mejor de las actitudes (amable y dispuesto como se le caracterizaba) esperaba paciente y tímido hasta el último minuto del día para atender las indicaciones de Julián, así fueran: “creo que hoy ya no pudimos realizar tus secuencias”.


64. Una película de besos
Mucho tiempo después del rodaje, mientras editaba, Julián cayó en cuenta de que ésta era una película de besos (más que de sexo).









Proliferan en cada momento y en las funciones del Cielo en la Berlinale, llamaban la atención del público internacional pues se preguntaba qué tanto era ficción y qué tanto realidad que dos jóvenes se besaran y tomaran de la mano tan libremente en la cotidianidad de la Ciudad de México.







Julián contestó que había poco de eso llamado tolerancia y en zonas muy específicas, pero que existía y que cada vez era más normal. Su película no es una visión de lo que pasa exactamente, pero sí su contribución y postura para que en algún momento así lo sea.



65. ¡Se le olvidó el vestuario!
Viéndolo a distancia no era para tanto, pero una mañana en CU resultó que Laura y/o Lulú olvidaron el vestuario que le correspondía en continuidad a Miguel Ángel Hoppe. El problema se resolvió con una chamarra, pero el olvido (y desde luego el reclamo) se posicionó tanto en la mente del director que en la actualidad, cuando hay oportunidad de chantajear a Laura, se lo recuerda.


66. Aquelarre al filo de la madrugada
La noche que filmamos el aquelarre (término acuñado por Julio, maestro de los apodos y las ocurrencias) de Sergio y Gerardo bajo el puente que conduce al Estadio de futbol de CU, la mayoría estaba agotada. Consumíamos café y contábamos acerca de nuestros viejos pasatiempos, de nuestras caricaturas favoritas, de nuestros momentos entrañables de niños, reíamos en un círculo entorno a Fiesco que es especialista en amenizar los tiempos muertos mientras el maestro Cantú iluminaba.


67. Comprobado
Pocos sobreviven a la noche. Y hay un momento en ella en que permanecen despiertos sólo los necesarios. Julián siempre dice que es la mejor muestra de que el cine se hace con pequeños grupos y no cantidades enormes de gente. Director, fotógrafos, actores, staff y sus respectivos asistentes. Conforme la madrugada llega, el crew es reducido a un puñado que por lo general, se ve obligado a estar despierto y en ocasiones hambriento.


68. Mil nubes de paz cercan el cielo, amor jamás acabarás de ser amor
El estreno en México de la anterior película de Julián, como ocurre ahora con El cielo dividido, se dio más de un año después de su participación en el festival de Berlín y una amplia corrida comercial por el mundo. Aquel entonces, 15 de octubre de 2004, poco pudo disfrutar de las mieles del éxito pero su mejor satisfacción era estar filmando ya su segunda película.

Después de unas cuantas horas de sueño en casa de Julián en la Colonia Merced Gómez, la mañana siguiente a la filmación del aquelarre en el puente de Insurgentes, acompañé a Roberto y a Julián a una entrevista promocional en el noticiario matutino de Canal 11. Julián no quiso pasar a dar la entrevista y en un acto divertido y cómplice, Roberto entró al estudio asumiendo la personalidad de Julián. Fue presentado como el director y tras bambalinas, reíamos con la broma.


69. Tienda UNAM
Ahí filmamos una de las tres secuencias de Claudia Aragón, hermosa actriz joven que interpreta a la mejor amiga de Sergio (a veces confundida con su hermana o su novia en la historia). El lugar se prestó para que Jorge Magaña, Miguel Ortega, Claudia Prado y Arturo Castelán hicieran un cameo como clientes neuróticos-desesperados bastante chistoso. Claudia en su papel de cajera porta un babero que a todas tintas parece asomo de crítica social (Estamos para servirle, decía en primer plano) sin embargo fue una afortunada (y bien aprovechada) coincidencia.







70. Pilar Ruiz
Amiga de Roberto y Julián. El día de su participación como la maestra de filosofía de Gerardo estaba sumamente nerviosa. Ella es la portadora del discurso de los amantes separados que se buscan infinitamente.


71. Crew shoot
Ocurrió en los pasillos de la Facultad de Derecho (que en realidad simulaba ser la de Filosofía y Letras).

Después de intentar e intentar un largo plano de persecución por parte de Jonás hacia Gerardo y Sergio, resulta que se nos fue la luz, los extras y los alumnos verdaderos. Ya de noche, con la inmensidad de un pasillo vacío supuestamente repleto de alumnos que tendrían que entrar a sus clases, Julio echó mano del crew entero para ambientar la toma.

Estábamos todos (bueno, casi todos porque luego de infinidad de ensayos a la hora de la toma me quedé atorado donde estaba el monitor y ya no pude pasar). Subían por las escaleras Tohui, Adrianita y Ernesto, afuera de los salones Castelán y Laura portaban sus mochilas mientras Fiesco cruzaba atento con un libro en mano al tiempo que Pierre (ese día de invitado) pasaba por ahí. Al fondo estaban Hugo, Brugos, Lulú, Miguel. Había espaldas y piernas cortadas de otros que ya no recuerdo.

Al final de la toma, más allá de la perfección del plano, el hecho mereció un aplauso de gusto.


72. La casa de Julián
La casa de Julián sirvió de set para recrear la casa de Gerardo, personaje basado en su personalidad (al igual que el Gerardo de Mil nubes). Ahí nos recibió su tía Judith (encantadora y amable) y su perro pelusa Rigoletto.









La pintura y cortinas que Jesús diseñó aun permanecen en su cuarto, que albergó una secuencia de la que dudó mucho de incluirla, es decir, el momento en que la madre de Gerardo lo consuela tras su rompimiento con Jonás.
Como ese día, tanto Clarisa como Hoppe habían tenido una mañana peeeesima (antes de llegar al llamado los dos estuvieron perdidos y desesperados por un buen tiempo antes de dar con la dirección) fue ahí dónde desquitaron su frustración (este fue uno de los días en los que Hoppe dudó con todas sus fuerzas si aceptar esta película había sido una decisión correcta).


73. Clarisa Rendón
Actriz fetiche de Julián desde sus primeros cortos en el CUEC. Ha trabajado con ella pese a su relación de amor-odio en el plano profesional. Ella es una actriz que demanda mucha atención y él un director que, pese a profesarles un amor irracional a sus actores, guarda distancia celosa de ellos. Julián dice que Clarisa está loca (una personalidad hiperactiva y nerviosa) pero ni uno ni otro se cansa de trabajar en conjunto.







Entre otras bondades, por su trabajo en Mil nubes, Clarisa se hizo acreedora a un Ariel como mejor actriz de cuadro y en meses pasados, interpretó un pequeño papel concebido especialmente para ella pues en palabras de Julián, Clarisa es su amuleto de la buena suerte.


74. Diseños exclusivos
Para la recámara de Gerardo, Jesús pasó horas diseñando el cartel de una película inédita e inexistente llamada Dormiré cuando esté muerto cuyo hipotético protagonista era Jorge Luke (que se supone es el actor favorito de Gerardo).





Roxana Ruiz es la creadora de dicho cartel y la diseñadora de los créditos finales. Una idea original de Jesús Torres Torres harto aplaudida por los espectadores que ven correr fotografías del crew (también de su autoría) mientras digieren el inesperado final con la voz de Kalimba de fondo.



75. Fotos
Además de diseñador de producción, Jesús Torres Torres estuvo encargado de la foto fija de la película. Un trabajo dual que ha desempeñado con bastante solvencia sin restar talento a una u otra área. Estricto y perfeccionista como él solo, odia las fotos finales de crew completo posando cual equipo de futbol. Sus fotografías juegan un papel protagónico en ésta y en casi todas las películas en las que ha participado (El mago y Todos los días son tuyos, por ejemplo). Miembro indispensable de la familia Mil nubes, se roba la simpatía de quienes logran conocerlo más allá de su carácter ácido/sincero.




76. La recámara de Sergio
De todo lo filmado en este set sólo se utilizó una toma de ensamble en la que Sergio sale de bañarse y elige qué ponerse. La locación era el pequeño departamento del hermano de Julián: Jacobo (minucioso editor ya anteriormente nominado al Ariel por su trabajo en Mil nubes de paz).





78. El making off
Una alegoría de los propios planos del director realizado por Alfonso Escandón que debido a la ruptura con Julián, no tuvo oportunidad de editar. Alfonso gustaba de hacerle sendas entrevistas a los actores, especialmente a Fernando Arroyo.


79. Tiempos paralelos
En El cielo dividido, existe una continuidad atemporal de los espacios que incluso llegan a cambiar dentro de un mismo plano. Los lugares que alguna vez recorrieron Gerardo y Jonás en plena bonanza, vuelven a ser recorridos hacia la segunda parte de la historia cuando uno y otro se ha hecho daño. Julián propone una especie de regresión que afianza la atmósfera en que deambulan sus personajes.








Entre cada plano hay una elipsis de tiempo que pueden ser meses o años. El mismo hotel, el mismo antro, los mismos lugares de siempre en los que incluso sus acciones son reiterativas pero siempre con connotaciones distintas. Metáfora del círculo que nunca cierra y que, como bien nos sorprende al final, ni Gerardo ni Jonás pretenden cerrar jamás.



80. El gran final
Muestra de la propuesta anteriormente descrita (presente también en su nueva película) es el gran final de la historia. Una vuelta de tuerca sutil, provocadora y palpitante en la que se conjuga la voz del señor José José, el triste epilogo del narrador y el derroche de amor de la feliz pareja cuando en realidad estamos presenciando más que amor, un desastre emocional de proporciones extraordinarias.





Lo que ocurre en ese plano está meticulosamente planteado diez secuencias atrás. La diferencia entre uno y otro son meros detalles (perfectamente cuidados) que incluso los involucrados en filmarlos pasamos inadvertidos, pero participamos activamente para lograrlos. Otra vez, el crew en pleno estaba debajo de la cama para cambiar la colcha mientras la cámara giraba sobre lontananza, estamos detrás de los sillones, de las puertas, pecho tierra abriendo paso a una cámara que conforme pasaba el tiempo respetábamos más y más.



81. “Es aquí cuando el público descubre lo patético que soy”
Lo dijo Miguel Ángel Hoppe hablando en referencia a su personaje durante los ensayos de la secuencia final, cuando todos creemos que ha vuelto a encontrar el amor en Sergio. A Julián, por supuesto, el comentario no le hizo mucha gracia.





82. El inicio
Así como el final de la película, la secuencia de sexo inicial se filmó en la habitación 1203 del emblemático Hotel Bammer. Se hizo en una sola toma luego de un par de ensayos y dura más de tres minutos. Fue un plano fijo y no habíamos más de diez personas en el cuarto. En ese momento Arroyo tuvo que hacer algo más que saltar el puente y Hoppe le ayudó mucho para generar esa confianza. Lo que más recuerdo tras bambalinas, fueron los ojos de azoro de Moisés, nuestro jefe de Staff que seguro replanteó su visión de la sexualidad en esos momentos (como bien lo describió alguna vez Fiesco en un artículo escrito por él para la revista 24Xsegundo, la única revista de cine en México en otorgarle un espacio decoroso a El cielo en sus páginas).


83. Activo-Pasivo
A partir de El cielo dividido he trabajado con Julio Quezada en tres largometrajes y dos cortos como dupla asistente de dirección-script. Y gustosos y prestos siempre nos ofrecemos (y nos gusta) ser standing. Aquella vez, era muy graciosa su inquietud por acercarse al mundo de las relaciones gay en su calidad de buga. Se decía fan de un programa de radio gay que transmitía WFM y se vendía como un muy un open mind gayfriendly dispuesto a conocer, pero eso sí, cada que interactuábamos en alguna mecánica juntos (y aun ahora) deja su postura muy clara: “Ulichi es el pasivo, yo el activo”.








84. Nota al pie
A Julián la cuestión de los roles sexuales predeterminados le parece un absurdo y detesta la idea de que no pueda existir un cierto tipo de “democracia” en las relaciones sexuales entre iguales. Por eso en sus historias sus personajes viven y exploran su sexualidad sin limitaciones de género.


85. El primer asistente de dirección
Bromista pero a la vez reservado. Todos los que anteriormente habían trabajado con él, decían que fuera del set era un tipo amable y simpático pero que como asistente era muy serio y riguroso.



Y en efecto, en aquella época (quizá por tratarse de su primera oportunidad como primer asistente en un largo) se comportaba así, pero lo cierto es que con el tiempo hemos ido conociendo a un Julio cada vez más profesional y amigo. Como muchos de los staff, en aquellos tiempos presumía de sobremanera sus enseñanzas trabajando en el cine gringo (Hombre en llamas y linduras por el estilo).



86. Ernesto Martínez
Absolutamente leal e incondicional de Roberto Fiesco en el área de producción que más tarde se convertiría en un ejemplar segundo asistente de dirección. Amable, solidario y compartido con las enseñanzas que le dan los rodajes, siempre dispuesto a ayudar a los nuevos y a solucionar problemas de buena gana. Toda una leyenda en el ámbito de los romances de rodaje. Mejor amigo de Hugo a partir de esta película, lo que les valió que fueran bautizados (por su estatura y edad) como los “chaparruquis”.


87. Narva
Altamente ingenioso. Si no me equivoco, fue el último rodaje en el que utilizó la nagra. Como sólo a él se le pudo ocurrir, hacía sonido directo con efectos de sonido en vivo (llaves, puertas, pasos).




El tiempo, la complicación de los planos y la mala leche que le tenía Julio para concederle Wilds alentaba su talento y se las arreglaba para proteger el sonido ambiente lo mejor posible.





De vez en cuando ayudaba a arte (desde la pre) y su charla más amena giraba en torno a OVNIS y extraterrestres (según él, no es de este planeta). Por años concentró su talento ayudando en múltiples cortos y tesis del CUEC.



88. Tan lejos, tan cerca
El estado de ánimo de Julián aquel entonces era todo menos alentador. Estaba sumido en una profunda tristeza y su estado de ánimo está reflejado en cada fotograma de la película. El director se sentía solo pese a todos a su alrededor.


89. La hora mágica.
Terminamos antes de tiempo para filmar el amanecer en el Ángel de la Independencia. Hubo tiempo para el company move, para realizar mecánicas, montar el dolly e incluso para echarnos una jetita más obligada que de gusto. Cual indigentes, medio crew nos quedamos dormidos en una banca de la glorieta. Despertamos con el suficiente tiempo para hacer la toma pero, zaz, inesperadamente (por el frío quizá) se fue la bateria de una cámara (no cualquier bateria sino uno de esos extraordinarios y salvadores inventos de don Arturo de la Rosa).

Producción se movilizó y la pila terminó a un costado del anafre de un muchacho que vendía tamales en su bici. La hora mágica se nos iba de las manos. Al final, ya casi de día pudimos realizarla, no con el claroscuro esperado, pero así de inesperadas son las circunstancias en el cine. Al wrap, Don Daniel autorizó que hubiera tamales para todos.


90. Lagrimita a la Arroyo
Pese a todo, Arroyo era un tipo sensible, lindo y desde luego guapo. Para entonces, ya dominaba un lagrimeo con puchero que Julián sigue odiando pero que en pantalla hace que todos lo compadezcan (pese a que se supone que es el ojete de la historia).


91. CENSURADO¡¡¡¡



93. CCC
Fue en el foro del CCC donde terminamos nuestro rodaje, filmando secuencias que se nos quedaron colgando del antro, sueños y demás revelaciones de los personajes. Lo más destacado de este día, además de la añoranza que ya fluía por los lazos que el equipo había generado en el rodaje en condiciones de precariedad (las que mejor y con más fuerza marcan a las personas) fue la aplicación del método de dirección de Julián a Arroyo, a quien una vez más destrozó emocionalmente y lo llevó al borde de un llanto que muy poco tenía que ver con su tierno puchero.


94. Bautizos
Inigualables. Fiesco los planeó todo el día y los gozamos como nunca. Prácticamente la mayoría fue bautizada uno por uno, sin aspavientos ni alharacas dramáticas. Los nuevos nos dejamos bañar por cubetas de resistol, aserrín, desperdicio de comida, cerveza y sabrá dios cuantas mierdas más. Era baño de todo primero y después pasábamos a las regaderas de la escuela de teatro dejando nuestra huella de asquerosidad por todas partes no sin antes ver cómo eran embarrados los que nos antecedían.

Julio intentó escapar del bautizo (llevaba un sinfín de películas pero ni una como primero) e inventó un lio para zafarse, lo cual provocó el enojo de don Daniel. Al final le tocó un cubetazo ligero, pero sin duda el más memorable fue el de Alfonso Escandón que aun lo recordamos gritando cual Carrie: Fieeeeeeeescoooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!


95. Fiesta
Modesta como nuestra película, pero increíblemente disfrutable. Cantú prestó su departamento y ahí llegamos todos quince días después del claquetazo final. Fue una de nuestras primeras grandes borracheras como equipo (que fácilmente ocuparían otras 101 anécdotas) en las que algunos nos perfilábamos como grandes bebedores y pancheros (antecedente inmediato de los choques, encarcelamientos y gusto por romper botellas de Hugo acompañado de Ernesto, de los ímpetus amorosos de Laura y Lulú o de mis múltiples huidas a mitad de las fiestas).





96. La postproducción
Con la post vinieron nuevas caras y contribuciones, aquí algunas de ellas:

a) Arturo Villela.
Conoció a Roberto Fiesco cuando ambos conformaron parte de la generación 1999-2000 del programa Jóvenes creadores del FONCA. Ahí también conocieron a Jesús Torres Torres y a Eduardo Paulín (pintor creador de uno de los cuadros que decoraban la casa de Jonás). Fiesco contactó a Villela (un hombre talentoso, cordial y atento) para que hiciera la música de David (el corto filmado meses después de El cielo) y pronto estaba escribiendo ya la música para Julián. Un score muy de acuerdo con los demandantes silencios de la película.
b) Alejandro Magallanes
Otra amigo de antaño. El “cuco” Magallanes es autor del cartel con el que la película se dio a conocer en Berlín.
c) Aurora Ojeda
Diseñadora del sonido de Arrobo (corto de Fiesco) y de la película Mil nubes de paz, trabajo por el cual ganó un Ariel en un año en el que prácticamente todos los nominados en esa categoría ganaron el premio. Durante el remix de sonido (con el que Julián nunca estuvo 100% contento), estuvo acompañada por Tomás, su primer hijo de apenas meses de nacido.
d) MCO
Si podemos definirlo así, una noble empresa de postproducción que creyó en el proyecto. Juan Carlos se enamoró de ella al grado de ofrecerse a componer la música electrónica que suena en el antro.


97. Berlín-IMCINE
La noticia de Berlín fue una noticia renovadora y volvió a convocar a la mayoría del equipo que tuvo como reto terminar la postproducción de la película en un mes. Antes de que Julián y Fiesco se enteraran de que habían sido elegidos para participar en la Sección Oficial de Panorama en la Berlinale, Susana López Aranda ya lo sabía y esa misma mañana subió a hablar con Alfredo Joskowicz sobre la viabilidad de apoyar la postproducción de El cielo. Tal como ocurrió con Mil nubes, no hubo objeción alguna, al contrario, IMCINE estaba dispuesto a apoyar (y desde luego, a quedarse con el 50% de los derechos de la película, cosa que Fiesco defendió con justa razón y al final los porcentajes fueron más equitativos).


98. You tube a favor
a)¡Que peliculonón! Si dicen que el cine mexicano atraviesa una crisis es por que películas como esta no tienen la distribución que se merecen. Julían Hernández es una genio, al cual el tiempo le dará el reconocimiento que se merece. En tiempos, donde directores mexicanos brillan, ni Iñarritu, ni del Toro por nombrar algunos tienen la pasión de este hombre. De verdad, una de las mejores películas que yo he visto; y un bonus es que la historia no es una historia gay, sino universal!!!!

b) chale.. Brutal!!! Yo supe de ésta movie, por una reseña en una revista (Revista donde, el mes de agosto, creo) Y tenìa la referencia de Julián Hdz de mil nubes de paz. (peli que no ví) Pero, ahora que veo el lenguaje visual de la peli. No-ma-mes. chingona, chingona. Las actuaciones se ven sublimes, la foto grafía es fina. Las escenas son eróticas y elegantes. Jamás vulgaronas. Y quizá, sí tiene escenas del cabaretito. Pero es un ícono de el mundo gay. Quién no sabe del Titó??

c) Acabo de ver la pelicula en la cineteca nacional, me parecio que tiene un ritmo lento,(quizá justificado por la falta de dialogos), ya en la última parte es muy agil; la fotografía de Alejandrom Cantú es buena, salvo algunas escenas muy oscuras; pero lo mas destacable es que es una historia con la que se puede identificar uno , los escenarios (que han sido de muchas de nuestras propias historias de sexo y amor)por eso yo si la recomiendo.


99. You Tube en contra
a) Es la tipica historia de Mujer, casos de la vida real llevada al ámbito gay. Dejen de soñar, putos, y vivan su realidad, no idealicen sus pinches romances, No son mejores que los heteros!!!

b) Yo ya vi la pelicula, es una porqueria. lenta a mas no poder. tiene extremadamente poco dialogo (menos de 20 lineas de dialogo por decir algo). dura mucho mas tiempo de lo que deberia durar. La historia es pesima, en ningun momento te emocina, ni te pone nervioso, ni te da risa, ni NADA. lo cinematografia es Pesima, la mayoria de la pelicula esta muy oscura, tirandole a negro. la musica la pudo haber compuesto mi hermana de 13 años y le hubiera quedado mejor.


100. Ariel
La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas no estaba obligada, pero el ninguneo absoluto (ni una sola nominación) caló hondo. Quizá no a Julián, que como suelen decir los directores (“no hace películas para ganar premios”) pero sí para el equipo que siempre espera ver en dichas ternas su trabajo como un bonito incentivo, sobre todo después de lo difícil que es levantar un proyecto en México. Pero sobre todo y también, la sorpresa fue más grande por la calidad y temática de algunas de las películas nominadas este año (además de la idolatría a una película que, más allá de su nivel artístico y bulla célebre, estaba filmada en otro país, con otro sindicato de trabajadores y con talento de otras latitudes).

La crítica se dividió. Con esta película Julián perdió a quienes había conquistado con Mil nubes y se hizo de un nuevo público. En todo el mundo las opiniones han sido divididas, pero la mejor satisfacción es que, a partir de su llegada a Berlín, la película fue comprada para ser distribuida en prácticamente todo el mundo y significó para Julián su pase de entrada para continuar filmando fiel a sus convicciones y propuestas creativas.


101. CENSURADO¡¡¡¡



102. ¿Qué ha sido de nosotros (el equipo detrás de cámaras)?
El 90% seguimos filmando sin parar. Julio Quezada alguna vez ha dicho que deberíamos fundar la productora No Stop film. Por ahora, la mayoría del equipo somos una gran familia de amigos y seguimos concentrados en el bunker de Mil Nubes Cine, a veces dispersos, a veces más unidos que nunca, creciendo como seres humanos y desde luego profesionalmente. Recientemente concluimos el rodaje de Rabioso sol, rabioso cielo. Para nuevas y mejores aventuras lean rabiososolrabiosocielo.blogspot.com






103. Un final

Julián Hernández en close up, noble y agradecido, materializa en palabras su pasión por hacer cine e infiere en imagen retrospectiva por qué el amor jamás acabará de ser amor: Porque el cine es como dios, y dios es como el amor, que existe en el corazón de quien lo necesita... Y como nosotros necesitamos hacer cine, pienso que por eso filmar es un acto de fe. O como diría Leonardo Favio, es y se hace como el amor, uno llega y simplemente sucede, no te preguntas ni cómo, ni dónde, ni cuándo